YO SOY UN SER DEL FUEGO VIOLETA, YO SOY LA PUREZA QUE DIOS DESEA






Este es mi mantra que yo te doy como tú iniciación en la Era de Acuario. El nombre sagrado YO SOY libera el fuego bloqueado en el núcleo del átomo permanente del Ser.

¿Recuerdas cuando Moisés estaba en la montaña y había una zarza que se quemaba pero que no se consumía y entonces Dios lo llamó de en medio de la zarza ardiendo? Moisés entendía a Dios como fuego. Pero en el preciso momento en que Dios se revela a sí mismo como la energía, como esa llama ardiente, en ese momento el Señor Dios atraviesa esa energía y llega a ser una persona hablando con Moisés cara a cara. La energía habla. Ella llega a ser una identidad, una individualidad, la misma persona del Espíritu Santo.

Cuando tu miras a la naturaleza de la energía, tú comprendes que es siempre simultáneamente principio y persona. Principio y persona es simplemente la polaridad más y menos. La polaridad positiva llega a ser negativa en la medida en que la polaridad negativa se da cuenta de su individualidad.

Dios es las lenguas de fuego del fuego Espíritu/Materia. Espíritu representa el principio de la energía universal. Materia representa esa energía llegando a ser una persona. Por la ley de polaridad, aquello que es principio debe llegar a ser persona. Es una lección en ciencia y matemáticas.

“Qué significa iniciación? Significa que Dios nos imparte como individuos un incremento de luz, o energía, que entra en nuestra alma y nos da un empujón, un impulso, una conciencia, una idea, un entendimiento. Es como viento en nuestras velas. Así que Moisés se estuvo allá y la voz habló de entre la llama y el Señor Dios le dijo: “Deja ir a mi pueblo!” Dios está mandando a Moisés a rescatar a la gente de Israel de un falso sentido de libertad, un muy atrincherado materialismo. Pero Moisés era muy tímido. Tenía miedo. Dudaba de su propia habilidad.

La resonante Palabra que viene adelante es la resonante Palabra que se escucha en nuestro propio ser interior, la declaración de la presencia de Dios en donde estamos. La voz del Señor habla de entre la llama a Moisés y dice:

YO SOY EL QUE SOY. YO SOY QUIEN SOY. Yo seré lo que yo seré. OM TAT SAT OM.

El nombre de Dios YO SOY EL QUE SOY es la clave de la energía. Cada vez que tú usas “YO SOY” estás declarando “Dios en mí es” Es una afirmación de tu verdadero Ser. Ella libera el fuego de tu corazón para cumplir el destino al cual tú la mandaste. Es más que el poder de pensamiento positivo. No te equivoques. Esta es la alquimia del fuego sagrado.

Comienza a librarte de la conciencia del yo como viejo, denso, débil, feo, estúpido, aburrido, pobre. Súbitamente tú eres “un ser del fuego violeta.” Tú eres justamente una llama flameante, pulsante, moviéndose con el Espíritu. Te mueves en un hermoso mar de llama violeta.

. Visualiza tu ducha en la mañana de llama violeta. Ve la llama restregándote los poros, pasando a través del sistema nervioso, las arterias, el flujo sanguíneo, exactamente bajo la médula de tus huesos. La llama violeta desbloqueará en ti todo lo demás que tú siempre has buscado como conciencia y enseñanza y auto maestría. Es la clave. Encierra todo lo demás, porque transmuta la escoria que impide el flujo de esta estupenda luz del Espíritu Santo.


¡YO SOY la resurrección y la vida
de cada célula y átomo de mi corazón
Ahora manifestada!


¡YO SOY la resurrección y la vida
de mi perfecta salud ahora manifestada!”


El espacio entre el electrón y el ígneo núcleo es conocido como espacio ‘virgen’ o ‘hueco’. Está lleno con la energía pulsante del Espíritu Santo. Es esencia, una esencia de Dios. Nosotros estamos constantemente usando esta esencia vital que está entre los electrones y el núcleo del átomo.

Estamos constantemente capacitando esa energía, estampándola con las impresiones de nuestras mentes y corazones. Y es así como la densificación ocurre. Puedes imaginar llenar el espacio entre los electrones con melaza, un pegamento astral pegajoso que bloquea el flujo de luz del Macrocosmos de Dios al microcosmos del hombre. ¿Qué pasa con los electrones? Ellos aminoran su velocidad. No pueden pasar. Esto es, en efecto, lo que hemos estado haciendo por cientos de miles de años. Hemos estado llenando el espacio entre los electrones con discordia, con una carencia de integridad, llámala “mal karma”. Llámala “pecado” si tú así debes. Esencialmente cualquier manifestación de imperfección llena ese espacio “hueco” con densidad. Odio y otros pensamientos y sentimientos negativos crean ácidos (excesivas cantidades de ácido fosfórico, ácido úrico y gases de ácido carbónico) que el cuerpo no puede asimilar. Por tanto la densidad de la enfermedad persiste dentro de la órbita física.


Los átomos de conciencia han llegado a contaminarse tanto que nuestro ambiente está ahora contaminado también. Hemos contaminado los átomos del aire, contaminado los átomos de la tierra, contaminado los átomos del agua, no simplemente con químicos sino con nuestros pensamientos y sentimientos. La contaminación física no es sino un efecto de la contaminación mental y emocional. Por tanto, para resolver el problema de la contaminación debemos restaurar el nativo flujo del Espíritu Santo.

La acelerante llama violeta del Espíritu Santo envuelve cada átomo individualmente. ¿Puedes imaginar qué partícula tan pequeña de sustancia un átomo es? Sin embargo la llama de Dios acaricia y envuelve cada átomo individualmente.

Instantáneamente, se establece una polaridad entre el núcleo de fuego blanco del átomo (que, siendo materia, asume el polo negativo) y el núcleo de fuego blanco de la llama (que, siendo Espíritu, asume el polo positivo). La acción dual del fuego sagrado en el centro del átomo y en la llama violeta externa establece un campo de fuerza que causa que las densidades no transmutadas se desalojen de entre los electrones. A medida que esta sustancia se suelta, los electrones comienzan a girar más rápidamente en sus órbitas y por fuerza centrífuga ella es lanzada a la llama violeta. En contacto con esta esencia llameante de la llama de libertad, la energía descalificada es transmutada a su pureza nativa, su arquetípico plan original.

“Hay un ‘dar’ y ‘recibir’ o flujo interactivo entre Dios y hombre. Este flujo es el retorno a la Fuente de energía para que así esa Fuente pueda liberar más energía. Todo el cosmos depende para su misma existencia de ese flujo. Cuando tú paras el flujo, tienes muerte, enfermedad, desintegración.

Desintegración, la ‘des-integración’ del átomo que es desprovisto de la esencia integrante del Espíritu Santo. Cuando el espíritu del hombre fluye al Espíritu de Dios y el Espíritu de Dios fluye al espíritu del hombre, hay un intercambio divino, una transmutación cósmica y tanto Dios como hombre gozan del sentimiento de compartir y de pertenecer el uno al otro.



Fuego violeta, tú, amor divino,
¡Arde dentro de este corazón mío!
Tú eres misericordia por siempre fiel,
Siempre afinado mantenme a ti.



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Extraído: http://www.luisprada.com/Protected/Visualizacion_Curativa.htm








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